Hicimos un cambio de roles con Antonio HG. Él se puso frente al Word y yo agarré los lápices. ¿La razón? Un breve relato para una serie colectiva y autorreferencial que se inicia en Revista Exégesis. Lo cierto es que vengo trabajando con artistas de tal nivel últimamente, que cualquier esfuerzo que haga con los lápices me resulta insuficiente. Siempre dibujé por placer; pero creo que le estoy perdiendo el gusto. ¿Qué gracia tiene hacer un monigote sobreesforzado, cuando es posible mandarle la idea a gente experta para que lo haga por uno? En fin, qué se yo... tampoco es fácil dejar viejos hábitos.
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