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Pequeño elogio al discurso de CFK

Pocas veces puede uno sentirse halagado u orgulloso por las palabras y la actitud de un político responsable de su representatividad. La política argentina tuvo durante años la penosa costumbre de afirmarse en el rumbo delineado por los países centrales y de mimetizar su propia voz entre las voces sugeridas o impuestas por intereses externos. Por eso que me siento en la obligación de admitir la muy buena impresión que me dejaron las palabras de la presidenta en el Business 20. Creo que es sano bajar la guardia de tanto en tanto y avalar lo que uno siempre añora avalar en un presidente. Sin medias palabras, llamando a las cosas por su nombre y a los hombres por sus apellidos, CFK levantó polvareda entre empresarios, y hasta algunos aplausos. Destaco algunos pasajes especialmente interesantes; hoy que el socialismo europeo cede a las presiones del sistema financiero, y las juventudes alrededor del mundo comienzan a acumular la energía social que suele anteceder a las revueltas populares, da gusto oír a un presidente argentino echando un baño de realidad sobre los defensores de los poderes más concentrados:
“Díganme ustedes, que son hombres de negocios, qué creen que pasa cuando un día la señora Merkel se levanta y dice algo que parece que cayó mal y entonces las Bolsas se van a pique. Al otro día se levanta el señor Sarkozy, dice algo importante que parece que calma todo, y las Bolsas suben diez por ciento. Al otro día el señor Papandreu convoca a una consulta popular y nos vamos todos para abajo de vuelta. ¿Ustedes creen que no hay gente que gana fortunas con esos movimientos, sin hacer absolutamente nada, sentado en un escritorio manejando una computadora? Bueno, eso los líderes del mundo no han logrado solucionarlo, y han pasado tres años.” (Página 12)
“Si uno ha probado ya durante tres años determinadas medicinas y con determinados médicos y el enfermo se agrava cada vez más, ¿no será que habrá que cambiar de médico y de medicinas e intentar otro tratamiento? Esto es una cuestión de pura lógica. Intentar resolver los problemas de la misma manera con la que fueron originados, decía Einstein, es de gente no demasiado cuerda.” (Página 12)

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H ace unos días publicamos en Exégesis un brevísimo cómic creado junto al fantástico artista colombiano Altais . No es más que una mínima vuelta de tuerca al tema de la inteligencia artificial, tocada (creemos) con una pincelada de humor. Sin mayores preámbulos, ¡que lo disfruten! Leer en Revista Exégesis . Leer en mi galería de cómics . O cliquear debajo para leer en Issuu: Open publication - Free publishing - More altais

El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre

El origen de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’

E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad