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Presentando el nuevo webcómic ‘CHC’

Tras finalizar el segundo capítulo de Seco, con Pedro Lobato nos tomamos un prudente tiempo de descanso mutuo. Este tiempo sirvió para aclarar el seso, para avanzar en proyectos personales y para volver con más ímpetu que nunca. Cierto es que por más distancia que pongamos entre nuestros proyectos compartidos, siempre continuamos en contacto, intercambiando ideas y recomendándonos lecturas. El último hiato entonces, no solo nos sirvió para retornar fervorosamente sobre la temática medieval (desempolvando ‘La recompensa de los justos’) sino también para hacer cuajar una de esas tantas ideas que uno tira al pasar. Ya en algún momento me extenderé sobre el origen y las particularidades de esta idea en cuestión (pero por ahora mantendremos estos entretelones en suspenso para no anticipar innecesariamente detalles del argumento); lo importante aquí es que aquella idea acabó dando a luz un nuevo webcómic al que bautizamos ‘CHC’.

Desde comienzo de mes estamos actualizando en nuestra página de Subcultura, a un ritmo algo vertiginoso que solamente Pedro puede garantizar. El primer capítulo está a punto de entrar en su pico ascendente, y los capítulos que ya tenemos abocetados prometen llevarnos a través de paisajes de todos los colores (aunque siempre, valga la aclaración, vistos a través de la poderosa lente blanco y negro de Pedro).

Así que sin más, los invitamos a sumarse a esta aventura cuya reseña dice así:
La principales potencias mundiales tienen pedida su cabeza. Para CHC, sin embargo, el mejor escondite es el planeta entero. Viajando de continente en continente, tiene decidido engañarlos a todos y, de paso, disfrutar del paisaje.


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El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre

El origen de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’

E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad