A l considerar una guerra, el costo humano debe ser medido y sopesado frente a lo que se gana de la guerra. De ambos lados de este balance van a surgir problemas, porque cuando se piensa en el costo humano, generalmente se hace una abstracción. Tantos y tantos muertos. Se da un número. La Segunda Guerra: 400 mil americanos muertos. La Guerra de Secesión: 600 mil. Pero 50 millones de personas murieron en la Segunda Guerra Mundial, en números. ¿Qué significa eso en términos humanos? Si realmente queremos hacer una valoración precisa de costos frente a beneficios, hay que mirar los costos, pero no como una abstracción o una estadística. Hay que mirar en términos de cada ser humano que murió, de cada ser humano que perdió un miembro, de cada ser humano que quedó ciego y de cada ser humano que sufrió dañado psicológico. Hay que poner todo en consideración cuando se hace este balance, antes de preguntarse: “¿Valió la pena? ¿Fue una guerra justa?” (…) Del lado de las ganancias ha