L o que deseo llamar posmodernismo es esencialmente contradictorio, resueltamente histórico e inevitablemente político. Sus contradicciones pueden ser producto de una sociedad capitalista tardía, pero más allá de sus causas, estas contradicciones se manifiestan en el importante concepto posmoderno de “presencia del pasado.” Ese fue el título dado a la Bienal de Venecia de 1980, que marcó el reconocimiento institucional del posmodernismo en la arquitectura. (...) No se trata de un retorno nostálgico; se trata de una revisión crítica, de un diálogo irónico con el pasado del arte y de la sociedad, del regreso a un vocabulario compartido de formas arquitectónicas. “El pasado cuya presencia reclamamos no es una edad de oro a ser recuperada,” señala Portoghesi. Sus formas artísticas y sus formaciones sociales son problematizadas por la reflexión crítica. Lo mismo vale para el repensar posmoderno de la pintura figurativa en el arte y de la narrativa histórica en la ficción y la poesía: siem