Entre todas mis cosas inconclusas hay una novela, la primera que me propuse escribir. Su título es "Llueve en Bs. As." No tendría veintitrés años entonces. Por esa época leía mucho a Dostoyevski, aunque (ahora veo) también se me notaba la influencia de Manuel Puig. Dejo un fragmento:
LLUEVE EN BS. AS. (fragmento)
Por fin terminó el fútbol en todas las radios. Ahora no hay nada que interese tampoco. Los domingos todos tienen esta cualidad de nulidad y completo vacío. Aunque no se gana nada con lamentarse. Cada vez que uno se queja el domingo acaba por pasar y listo. Pero este es el peor, todo es lo peor ahora, todo es lo peor hoy, sobre todo hoy. Volví a quedarme dormido y volví a despertarme, y la lluvia no dejó de golpear contra las ventanas. El cielo continúa gris y las pisadas de Orlando quedaron impresas sobre el parquet, porque entró con los zapatos mojados. Orlando me pidió un juego de llaves del departamento, por si llegaba a tener algún inconveniente, pero me negué, y él insistió. Volvió a insistir en lo mal que me veía y acabé por darle la razón, pero no las llaves. Espero poder ir al instituto mañana, aunque más no sea para no tener que volver a recibirlo. Es extraño, juraría que en algún momento disfrutaba de su compañía, pero ahora me fastidia. Me lo figuro como una suerte de apéndice de Olga, eso es, Orlando se fue convirtiendo en una extensión de Olga, en una molesta extensión de su sombra… mi querida Olga, si supieras que el aire no ha cambiado nada, que las paredes siguen destilando el musgo húmedo de siempre, y que sigue lloviendo, como de seguro estará lloviéndose en tus paredes, porque ahora que en la radio no hay fútbol me hablan de tus paredes correntinas, de que el agua te va a llegar a la cintura, de que si quisiste huir del musgo de estas paredes te equivocaste, no hiciste más que cambiarlo por un musgo ajeno. Allá en Corrientes como en Buenos Aires, llueve, y las calles se inundan, y el pronóstico del tiempo, me dicen, no nos favorecerá, y el Gobierno de la Ciudad comienza a dar refugio a los inundados, en mis paredes o en las tuyas, Olga, el presidente hace un comunicado llamando a la solidaridad del pueblo argentino, y la Iglesia promueve un sistema de donaciones, y, me dicen, este era un nuevo bolero de Miguel, que abre paso a las noticias del espectáculo, porque los domingos en la radio no funciona la Bolsa ni el Mercado Central, los domingos se cierran el Congreso y el Ministerio del Interior, los domingos hacen huelga los paros y las novedades políticas, y se paralizan los internacionales… ¿Lloverá en Bosnia? Sólo el espectáculo no para un domingo, alguna cita a Cris Miró o a Moria, el affaire Susana, y ahora, sí, es Duke Ellington, cortinando este domingo. Debió escapársele a algún musicalizador nostálgico; esta no es música para un domingo, tampoco para una radio. Ni es música para mí ahora. Hace años que ya no es música para mí. La oscuridad fue tomando la habitación casi sin evidenciarse, recién ahora lo noto, aunque el cielo cuenta que todavía es de día, es un sol fatigado que se oculta entre las nubes y emerge a duras penas, de a ratos, mientras lo arrastra la noche. Sí, Rock’n in Rythm era la música que se oía, que prudentemente precede a los policiales, es curioso, los policiales tampoco se detienen un domingo. Una joven estrangulada luego de haber sido violada en el barrio de Once, a pocos metros de Plaza Miserere, en la noche de ayer. Orlando, no dicen la edad de la chica, ¿tendría acaso veinte años? El sábado por la noche, las desgracias ocurren los sábados por la noche, no cualquier sábado por la noche, no: este sábado por la noche.
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