Nació Octavio. Es una buena ocasión para compartir una vieja poesía que alguna vez escribí sin saber muy bien por qué ni para qué, y que ahora entiendo estaba dedicada a Flavia, la mujer que amo y el amor de mis dos cuerpecitos redondos como pelota.
MADRE
Madre, del rocío y de las nieves
De mis manos que son escarcha
Madre del desierto y de la selva
Madre de ojos, de pies y de panzas
Madre de palabras, de oraciones
De letra torpe, de lágrima y de postres
Madre del cielo y de las nubes
Madre de uñas y algodones
De piletas y alitas de pollo
Madre de mi cara, de mi ombligo
De mi empeine y dedo gordo
Madre del oxígeno en mi aliento
Madre de colmenas, de autobuses
Y de globos aerostáticos
Madre de sirenas y ladridos
Que te sacuden en la noche
Madre del espacio y del océano
De la risa y las estrellas
Madre del tornado, madre del abrojo
Madre de besos y de piojos
Madre del imán del calendario
Madre del clavel
Madre de la mosca
De las cartas y los globos
De un cuerpo redondo como pelota
Que cuelga de tus ubres
Madre de todo
Madre de minúsculas criaturas
Madre de nosotros.
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Te agradezco.
Un abrazo.