Hace unos días se dio una charla entre gente proveniente de tres áreas bien distintas, pero con igual peso social: un docente, un médico especialista en trasplantes y una psicóloga penitenciaria. Mi intención no es extraer conclusiones de esta charla; tan sólo dejo las ideas que se volcaron en ella. Pero queda claro que en cada comentario se habla del Estado y de su rol vacante como igualador social.
El docente reflexionó acerca de cómo las subvenciones que el Estado hace de la educación privada esconden una clara política de reproducción social. Así, el Estado invierte el dinero de todos para que la clase media tenga una educación diferenciadora y de relativamente buena calidad, mientras que no hay presupuesto suficiente para salvar lo serios problemas de la educación pública, y las clases bajas son privadas no sólo de la posibilidad de tener una educación académica que les permita acceder a una educación superior, sino incluso de aprender los contenidos mínimos necesarios para abrirse camino en la vida adulta.
Por su parte, el médico especialista en trasplantes comentó que el grueso de los donantes son personas de bajos recursos, pero que la mayoría de los receptores de órganos son personas de clase media o alta. Esto se debe a que la mayoría de los hospitales públicos no tienen los insumos necesarios ni pueden mantener a los potenciales receptores en condiciones óptimas para un transplante. En consecuencia, la mayor cantidad de los órganos donados cae en mano de las clínicas privadas, cuyos pacientes son los únicos que pueden pagar un servicio médico de excelencia.
Finalmente, la psicóloga penitenciaria, quien se especializa en jóvenes, dejó en claro algo que todos sabemos o sospechamos: aunque es evidente que en todos los niveles de la sociedad se delinque, las cárceles están llenas de jóvenes de bajo recursos. La clase media apenas si deja su marca en las prisiones, y la clase alta sabe evitarla a fuerza de abogados muy bien pagos. Por otra parte, cuando se oyen las historias de vida de los presos, queda en claro que hay fuerzas sociales y omisiones del Estado que de algún modo cierran cualquier otro camino para estos jóvenes que no sea la delincuencia. Los jóvenes delincuentes, en muchos casos, son delincuentes porque no pueden ser otra cosa.
La charla se cerró así, sin conclusiones, o con conclusiones inferidas; y así quisiera dejarla.
Hasta la próxima.
Comments
Claro que concuerdo con vos en que la privatización de la educación sería dramático (de hecho, veo que entendés del tema); pero una vez más, ¿no es esto algo que de algún modo ya ocurre? Cuando la educación que brinda chances más fuertes de acceso a niveles educativos superiores es la privada (que además se sostiene gracias al Estado), ¿qué queda para los que menos tienen? Entre los riesgos de una privatización de la educación que más comunmente se citan están la baja del nivel educativo y la conformación de circuitos educativos diferenciados. ¿Acaso esto no está ya entre nosotros? ¿Y a quiénes perjudica?
Gracias una vez más por tus comentarios.
Un abrazo.
En cuanto al ejemplo cubano, me parece que es para estudiar con muchísimo cuidado. Las sociedades autoritarias generalmente promueven altos niveles de rendimiento académico a costa de libertades personales. No hay dudas de que Cuba no es lo mismo que China o la vieja URRS; pero por lo menos yo, no me animaría a sacar conclusiones con la poca información que poseo al respecto.
Ahora bien, creo igual que vos que a esta altura está muy claro que el capitalismo de las últimas décadas no es ni puede ser igualador. No por nada este capitalismo ha atacado la figura del Estado. Es desde el Estado desde donde deben promoverse políticas igualadoras (si alguien puede pensar en el bien común, ése es el Estado). Si el Estado no funciona hoy en día, no es porque no pueda funcionar, creo yo que quienes lo manejan no están pensando en el bien común, precisamente. Personalmente, no me parece imposible imaginar una dirigencia honesta y comprometida con el pueblo. Hay mucha gente así por fuera de la política tradicional. No digo nada nuevo si señalo que ya es hora de que todos nos comprometamos políticamente en pos de un cambio. Pero bueno, esto tampoco es tan fácil.
Un abrazo.
Con respecto a los porcentajes, hasta donde concozco, hay distintos porcentajes de subvenciones, pero no sé de escuelas cuyas subvenciones hayan bajado, y sí de muchísimas que concervan el 80% y lo seguirán haciendo.
Por otra parte, el hecho de que las clases medias que aprovechan la educación privada no puedan sostener el mismo nivel educativo sin subvención estatal es una muestra, creo yo, de que el Estado paga para la diferencia social. Es el Estado el que está manteniendo a las clases medias diferenciadas de las clases populares mediante una educación elitista (en el sentido de que su acceso se encuentra restringido, en este caso, al nivel económico). Esta política de asistencia a las clases medias en su demarcación social, obviamente, no es ingenua ni se encuentra excenta de contenido político. Si el Estado nivelara a las clases medias con las populares, éstas perderían buena parte de su espacio de exclusividad (económico, político y cultural). Por lo tanto, un gobierno que no apoyara esta diferenciación perdería el voto de las clases medias. Ahora bien, la igualdad social suele ser parte del discurso tanto de la clase media (que históricamente aspira a ascender) como de cada gobierno de turno; parece claro entonces que no se trata sino de un discurso un poco vacío: que todos seamos iguales está bien, siempre y cuando no vengan a competir conmigo y a poner en riesgo mi estatus social.
En el medio queda pendiente el tema de las clases más acomodadas, que no requieren asistencia del Estado y que pueden pagar el 100% de una educación de escelencia a nivel académico. Esto es también parte del reclamo de la clase media. Si los ricos pueden tener su educación diferenciadora, ¿por qué nosotros no? ¿Se entiende? Los únicos que no pueden elegir y que siguen relegados son los que menos tienen. Y para ellos no hay presupuesto. Por lo menos buena parte de este presupuesto se va en sostener a las clases medias. Flor de embrollo y flor de dilema para un país que dice apostar a la igualdad de oportunidades.
Otro saludo.
Vuelvo a agradecerte tan enriquecedores comentarios. Un abrazo.
Un abrazo.