De Narváez._ ¿Cómo puedo hacer para que la gente se vuelva a acordar de mí?
Asesor._ Sos dueño de América, ¿por qué no le decís a Mirtha que te invite a almorzar?
De Narváez._ Mirtha no está mal, pero quiero rating. ¿No podría ir a cantar y a bailar a lo de Tinelli?
Asesor._ No, eso ya pasó.
De Narváez._ ¿Y si empapelo la provincia con mi cara de nuevo?
Asesor._ Yo sugeriría algo más económico, o no nos va a quedar resto para el 2011.
De Narváez._ Vos que conocés la calle, decime, ¿de qué habla la gente últimamente?
Asesor._ Y, en la última semana, de las puteadas de Maradona.
De Narváez._ ¡Eureka! Lo tengo. Si las puteadas venden, ¡a putear se ha dicho!
Comments
Un abrazo, y un gusto saber que todavía puede enconttrárselo por aquí.
Un abrazo.
Pero claro que sería un error estigmatizar a una sola persona cuando en todo caso la intolerancia es lugar común en la política argentina y la practica tanto el gobierno como la oposición.
Un abrazo.
Por supuesto que cuando uno cree en la tolerancia como valor, va a desear que se multiplique en todos los espacios, incluyendo el espacio mediático. Sin embargo, es lógico esperar que los espacios que buscan rédito económico sigan lógicas y valores distintos. No lo justifico, pero puedo tolerarlo. Ahora bien, me niego a tolerar la intolerancia (valga la redundancia) en los espacios de construcción política. Esto puede parecer en sí un pensamiento intolerante; pero nótese que no intento con esto anular ni a Delía ni a De Narváez, simplemente cuestiono la forma de estos de anular al otro para hacer prevalecer sus puntos de vista.
Nosotros mismos podemos disentir en algún punto y sin embargo, no por eso apelamos a la descalificación. Creo que estamos de acuerdo en que la única forma de 'contruir' es a través del diálogo respetuoso, aún cuando nuestras diferencias sean irreconciliables. Creo que es preferible dar por concluida una discusión si no hay acuerdo, antes que pretender imponerse mediante el insulto y la descalificación.
Un abrazo.
Un saludo.
PD: Al propósito, quería pedirle si no tiene algún artículo referente a los nuevos cambios que vendrán en la educación. Leí una nota (creo que en Clarín) que menciona a un Ministro quién sostiene que los sistemas evaluativos tradicionales están en desuso, o son lisa y llanamente obsoletos. ¿cuánto de verdad hay en ésto? De ser así, ¿porqué tales sistemas produjeron exelentes profesionales dentro del campo de la salud, educación y otros? ¿hay que creerle a éste Ministro? Saludos nuevamente.
Ahora bien, de ahí a suponer que actualizando los sistemas evaluativos vasta para sacar a flote la educación (y no digo que el ministro haya sugerido tal cosa) sería tanto ingenuo como descabellado. El problema de la educación es en extremo complejo y supone un número amplísimo de variables de las cuales la evaluación es sólo una, y ni siquiera las más importante.
Otro tema en relación con la evaluación es el hecho de que una flexibilización de la misma puede (y hasta ahora suele) esconder el deterioro de la exigencia y calidad educativa, sobre todo en la educación del estado, donde la escuela se vuelve un lugar de retención de alumnos que no desean aprender.
Pero como decía, a mi entender, es un tema súmamente complejo. Si te interesa adentrarte en el tema, te sugeriría un capítulo bastante didáctico de Susana Celman. Podés descargarlo acá.