Skip to main content

El Mundial en las escuelas


En estos días se ha oído al actual ministro de Educación salir a avalar la ya tradicional costumbre de ver en las escuelas los partidos jugados por la selección en el mundial. Las protestas y las razones de quienes se oponen no dejan de sorprender. Es increíble que aún haya personas que puedan cuestionar al mundial de fútbol como contenido escolar. En vano la pedagogía de las últimas décadas ha venido llamando la atención sobre la necesidad de contextualizar los contenidos escolares y de abrir la escuela al mundo y a la cotidianidad de los alumnos. En vano se insiste en utilizar los intereses de los alumnos como disparadores para el aprendizaje. En vano. Docentes, y aún directivos, continúan viendo en el tema una excusa de otros docentes y otros directivos para no trabajar, o para ver ellos mismo el mundial. Incluso los defensores de esta propuesta, como el ministro mismo, anteponen como razón la necesidad de forzar la presencia de los alumnos en la escuela. Y ni qué hablar de los opinólogos educativos que poco entienden y no paran de idealizar a la ya desaparecida escuela del pasado (donde estas cosas no ocurrían).

En fin, ante todo esto, creo que basta un ojo mínimamente entrenado para descubrir que un mundial de fútbol posibilita (y facilita) el trabajo con contenidos de geografía, historia, ciencias naturales, matemáticas, idiomas, arte, política y economía, entre muchos otros.  Ni hablemos del deporte, tan relegado en importancia en el currículum académico. Pero mencionemos, así como al pasar, y para no dejar dudas, que las temáticas a ser abordadas pueden ir desde el más simplón ‘conocer los países’ hasta el complejo debate acerca del rol de los grupos económicos en un mundo globalizado. Pocos eventos internacionales brindan tanta tela para cortar, sobre todo en un país donde el fútbol, mal que le pese a muchos, forma parte ineludible de la cultura y la tradición popular. Y mientras escribo esto me siento obligado a señalar que no soy seguidor de este deporte, ¿pero acaso por eso vamos a renegar de nuestra propia idiosincrasia nacional?


Comments

Si mis docentes hubiesen pensado así, nunca me hubiera rateado en los mundiales. El artículo es más que interesante, Simud.
Simud said…
Como siempre un gusto tenerte de visitas, David.
Un abrazo.
Anonymous said…
Al fin un ministro que logró resolver el problema del rateo estudiantil por los mundiales!! Esto ratifica mi idea de que hoy por hoy estamos gobernados por diligentes más que por inéptos. Un saludito cordial.
Simud said…
Sí, anónimo. La idea de evitar al ausentismo es clara. Igualmente, vale admitir que de la intención a la posibilidad hay un largo trecho. En una de las escuelas en las que trabajo hay un único y pequeño televisor. Juntar a toda la escuela para ver el partido es engorroso y poco recomendable teniendo en cuenta el espacio y lo que puede llegarse a generar durante el partido. La idea no era mala, pero simplemente no es viable en esta escuela. Informados de esto, los alumnos obviamente no piensan asistir a clases ese día. No vamos a ponernos en exquisitos, ya bastante con tener propuestas pragmáticas y lógicas; pero lo cierto es que buena parte de las escuelas todavía están sujetas a limitaciones edilicias y de recursos tecnológicos.

Un saludo!
Anonymous said…
Si definitivamente, esta idea de ver los partidos en la escuela no hace más que poner al desnudo las carencias de infraestructura y recursos que muchas escuelas están sufriendo a consecuencia de que gobiernos anteriores y el de turno no han estado prestando la debida atención a las políticas de mejoras edilicias. ¿Cambiará alguna vez ésto? ¿O irán los sucesivos gobiernos a seguir apostando a una escuela reproductora de un modelo social inequitativo por exelencia? Un primer paso, sería analizar el tema del 80% de subvención a muchas instituciones privadas que todos los ciudadanos pagamos, y destinar esos fondos a mejoras en el sector estatal. Un saludo.
Simud said…
Estoy de acuerdo, anónimo. Es muy injusto que las escuelas de los que menos tienen no puedan mantenerse porque el estado no tiene presupuesto para eso, mientras que destina gran parte del mismo a sostener la educación de los que sí tienen dinero y pueden pagar.

Como siempre, es un placer tenerte por acá. Saludos.

Lo más leído

Hello (cómic)

H ace unos días publicamos en Exégesis un brevísimo cómic creado junto al fantástico artista colombiano Altais . No es más que una mínima vuelta de tuerca al tema de la inteligencia artificial, tocada (creemos) con una pincelada de humor. Sin mayores preámbulos, ¡que lo disfruten! Leer en Revista Exégesis . Leer en mi galería de cómics . O cliquear debajo para leer en Issuu: Open publication - Free publishing - More altais

El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre

El origen de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’

E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad