Cada página que sacamos adelante con Pedro es un parto que desgarra las entrañas. No, no estoy buscando metáforas efectivas que describan el acto creador. El parto en cuestión no es otra cosa que el violento tironeo entre madre y obstetra, cada uno de los cuales quiere a la criatura para él y a su manera. Así avanzamos en esta ya larga dupla con Pedro, a los tironeos. Pero avanzamos, y los resultados nos agradan lo suficiente como para seguir, de parto en parto, de conflicto en conflicto, de tironeo en tironeo. Así llegamos a un nuevo episodio de Nuestro Discreto Apocalipsis, el que más tiempo y tironeo nos requirió, pero que supo llegar a tiempo a las pantallas de Exégesis, como corresponde. Aquí les dejo el link a esta nueva entrega, con una viñeta re-dibujada por Pedro después de los mentados tironeos de pareja, y que Pedro supo acompañar con una solapada amenaza contra mi persona, como es su costumbre (sana costumbre hasta ahora, que sólo viene quedando en amenazas). Que lo disfruten:
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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Abrazos, David.
Un abrazo!