Hace unas semanas compartía aquí mismo una poesía inspirada en el universo de '2059', la sugerente obra del español Jesús Pérez. Como parte de mis tareas en Exégesis, tuve el honor de hacerme cargo de la colección que compila los distintos capítulos de esta historia, publicados digitalmente entre 2009 y 2011. Hoy, finalmente, esta colección se publica para descarga gratuita desde la web de Exégesis. Les dejo el enlace correspondiente, y acompaño todo con el alagüeño prólogo que me he dado el gusto de incluir. Nada de exuberancia publicitaria en estas líneas; estoy convencido de cada palabra escrita, y los invito a descubrir por qué:
- Descargar 2059, por Jesús Pérez.
Prólogo a 2059
Las páginas de la ciencia ficción suelen congeniar sin dificultad con la presencia de planetas remotos, universos alternativos y futuros tecnológicamente prodigiosos. La propuesta de Jesús Pérez en 2059 elige conducirnos por un sendero menos transitado. La fecha en el título, que promete futuro, se descubre engañosa cuando comprendemos que el año 2059 nos aguarda a la vuelta de la esquina. Los flacos decenios que nos separan, sin embargo, son suficientes para intuir profundas transformaciones. Y estas transformaciones tal vez atiendan menos a las tecnologías instrumentales que a la ingeniería social. A través de las páginas de 2059 Jesús explora ideas de profunda implicancia para la geopolítica del siglo XXI: el desarrollo de un comunismo actualizado e informacional; el rol del continente africano como espacio para la experimentación social desregulada; el potencial liberador de los medios digitales en la era del plástico; la red de redes como campo de lucha entre los poderes económicos y las pulsiones libertarias…
No es un futuro caprichoso. Jesús teje su universo con los hilos desanudados de un presente que ya deja entrever sus débiles costuras. Y el futuro que nos devela se compromete con nuestro mundo actual hasta el punto de intuirse inevitable. Se conjugan aquí el talento visionario del autor, su lectura compleja y multidimensional de la realidad, su habilidad para entregarnos bajo una nueva luz aquellas tecnologías de ensueño que hace tiempo habitan entre nosotros, y su destreza para imprimir densa humanidad a sus personajes, a quienes arroja sobre el mismo entramado de sueños e injusticias que todos nosotros transitamos.
Las fechas, una vez más, pueden conducirnos a engaños. La propuesta de Jesús redobla su valor cuando descubrimos que 2059 comienza a publicarse en el año 2009, antes aún de que la crisis mundial se escribiera con mayúsculas y su materialidad acabara desplomándose sobre los hombros inadvertidos del continente europeo; antes del impacto democratizador de las redes sociales en los levantamientos populares que sacudirían a los países árabes; antes aún de que SOPA se percibiera como una amenaza concreta y que los movimientos sociales se multiplicaran de modo inesperado en la geografía del capitalismo más concentrado. 2059 respira y anticipa el mismo aire de fin de época que hoy se respira, y su exhalar es hondo y poderoso, como hondas y poderosas son sus implicancias en un mundo que parece estar asistiendo a una era de pronta reconfiguración económica y social.
Pero el potencial innovador de esta historia no se agota en su temática. Narrativamente, Jesús propone una construcción polifónica que integra pluralidad de voces y de recursos, un mosaico de relatos fragmentados que van componiendo una imagen totalizadora, tejida a base de múltiples géneros que se entrelazan con el descuido y la libertad propios de los contenidos hipermediales: así la epístola, el diario de memorias y la narración personal se entrecruzan con la entrevista, la poesía y las actas judiciales, enmarcadas todas por las codas digitales con que el autor hilvana los distintos capítulos y acaba por desdibujar toda posible fontera entre géneros.
En el plano estilístico, 2059 nos sumerge en un mar de imágenes digitales recuperadas del océano informacional de la web, y cuya utilización es en sí mismo una toma de postura frente al valor y libre uso de los productos culturales. A través del montaje de imágenes que acompaña e interactúa con el código escrito, Jesús reinterpreta y resignifica las obras visuales de cientos de sujetos anónimos, articulándolo todo en torno a un objetivo narrativo preciso y unificador. A este reciclado semiótico se suman las ilustraciones por encargo de los más variados artistas de Revista Exégesis, que prestan sus lápices para cerrar a toda orquesta la ambiciosa propuesta del autor. El resultado, como es de esperar, no es otra cosa que un enorme collage visual, un producto heterogéneo y sugerente, impreciso en sus líneas estilísticas, pero potente en la carga de significatividad que esta misma imprecisión sugiere. Después de todo, lo que se relata no es otra cosa que el ascenso y caída de una ciudad libre, distinta, de una utopía posible, diseñada con la pluralidad y la solidaridad social como principios vertebradores.
Calificar de obra maestra al trabajo iniciático de quien recién comienza a hacernos llegar su voz corre el riesgo de tornarse un halago excesivo e innecesario. La certeza que se extrae de la lectura de estas vertiginosas páginas es que si no es aquí y ahora, ya habrá tiempo para que Jesús Pérez nos alcance con una obra maestra. La semilla parece firmemente sembrada con 2059. Es un orgullo que haya sido Exégesis el espacio donde vio la luz. Su disfrute, me resta señalar, no está asegurado. Como toda propuesta audaz, 2059 no se brinda con facilidad al lector; exige del mismo esfuerzo, atención, compromiso. Sabemos que no es posible esperar otra cosa de un relato profundo e inteligente, y es a esto a lo que nos enfrentamos desde las primeras líneas de esta obra.
No es un futuro caprichoso. Jesús teje su universo con los hilos desanudados de un presente que ya deja entrever sus débiles costuras. Y el futuro que nos devela se compromete con nuestro mundo actual hasta el punto de intuirse inevitable. Se conjugan aquí el talento visionario del autor, su lectura compleja y multidimensional de la realidad, su habilidad para entregarnos bajo una nueva luz aquellas tecnologías de ensueño que hace tiempo habitan entre nosotros, y su destreza para imprimir densa humanidad a sus personajes, a quienes arroja sobre el mismo entramado de sueños e injusticias que todos nosotros transitamos.
Las fechas, una vez más, pueden conducirnos a engaños. La propuesta de Jesús redobla su valor cuando descubrimos que 2059 comienza a publicarse en el año 2009, antes aún de que la crisis mundial se escribiera con mayúsculas y su materialidad acabara desplomándose sobre los hombros inadvertidos del continente europeo; antes del impacto democratizador de las redes sociales en los levantamientos populares que sacudirían a los países árabes; antes aún de que SOPA se percibiera como una amenaza concreta y que los movimientos sociales se multiplicaran de modo inesperado en la geografía del capitalismo más concentrado. 2059 respira y anticipa el mismo aire de fin de época que hoy se respira, y su exhalar es hondo y poderoso, como hondas y poderosas son sus implicancias en un mundo que parece estar asistiendo a una era de pronta reconfiguración económica y social.
Pero el potencial innovador de esta historia no se agota en su temática. Narrativamente, Jesús propone una construcción polifónica que integra pluralidad de voces y de recursos, un mosaico de relatos fragmentados que van componiendo una imagen totalizadora, tejida a base de múltiples géneros que se entrelazan con el descuido y la libertad propios de los contenidos hipermediales: así la epístola, el diario de memorias y la narración personal se entrecruzan con la entrevista, la poesía y las actas judiciales, enmarcadas todas por las codas digitales con que el autor hilvana los distintos capítulos y acaba por desdibujar toda posible fontera entre géneros.
En el plano estilístico, 2059 nos sumerge en un mar de imágenes digitales recuperadas del océano informacional de la web, y cuya utilización es en sí mismo una toma de postura frente al valor y libre uso de los productos culturales. A través del montaje de imágenes que acompaña e interactúa con el código escrito, Jesús reinterpreta y resignifica las obras visuales de cientos de sujetos anónimos, articulándolo todo en torno a un objetivo narrativo preciso y unificador. A este reciclado semiótico se suman las ilustraciones por encargo de los más variados artistas de Revista Exégesis, que prestan sus lápices para cerrar a toda orquesta la ambiciosa propuesta del autor. El resultado, como es de esperar, no es otra cosa que un enorme collage visual, un producto heterogéneo y sugerente, impreciso en sus líneas estilísticas, pero potente en la carga de significatividad que esta misma imprecisión sugiere. Después de todo, lo que se relata no es otra cosa que el ascenso y caída de una ciudad libre, distinta, de una utopía posible, diseñada con la pluralidad y la solidaridad social como principios vertebradores.
Calificar de obra maestra al trabajo iniciático de quien recién comienza a hacernos llegar su voz corre el riesgo de tornarse un halago excesivo e innecesario. La certeza que se extrae de la lectura de estas vertiginosas páginas es que si no es aquí y ahora, ya habrá tiempo para que Jesús Pérez nos alcance con una obra maestra. La semilla parece firmemente sembrada con 2059. Es un orgullo que haya sido Exégesis el espacio donde vio la luz. Su disfrute, me resta señalar, no está asegurado. Como toda propuesta audaz, 2059 no se brinda con facilidad al lector; exige del mismo esfuerzo, atención, compromiso. Sabemos que no es posible esperar otra cosa de un relato profundo e inteligente, y es a esto a lo que nos enfrentamos desde las primeras líneas de esta obra.
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