Finalmente, el primer episodio de CHC, que tramamos con Pedro Lobato a comienzo de año, acaba de aparecer como colección en Exégesis. Allí pueden repasar con continuidad las veintiún páginas que componen la primera aventura de este (todavía) parco y retraído personaje que nos conducirá por distintos paisajes de la realidad internacional (Ucrania para empezar, Siria en la actualidad). Para la ocasión sentí que tenía que explicar aunque sea someramente cómo surgió CHC y la influencia de Corto Maltés en su génesis. Para ello aproveché las últimas páginas de la colección. Comparto aquí también este colofón, y los invito a seguir leyendo CHC (que en este momento viene siendo dibujado por la diestra mano de Tomás Verbena) en Subcultura.
Colofón
Pedro es un amante incondicional de Corto Maltés. Yo estoy lejos de ser siquiera partidario de aquel legendario marino aventurero. Atravesé con tesón y enorme dificultad los trece volúmenes de historias que tengo en casa, empujado por el ánimo que me brindaba mi compañero y no mucho más que eso. Al menos en un principio. Después de largos meses de luchar contra la densa marea de tinta de Hugo Pratt, uno tiende naturalmente a apreciar ciertos valores que en condiciones naturales de lectura tal vez serían insuficientes. Pero no es eso en lo que quisiera detenerme. Corto Maltés es un personaje que transcurre eternamente en el pasado, que recorre y se entrevera constantemente con los conflictos y los espacios míticos de la distante geopolítica del siglo XX. Fue así que un buen día, entre lectura y lectura, me pregunté si acaso hubiese sido posible para Pratt narrar su presente inmediato. Está claro que el presente es siempre una sustancia inasible y en fuga, pero el presente de Pratt (el presente del pasado) tal vez lo fuera más aún. Narrar el presente inmediato por entonces requería de una doble inmediatez, temporal pero también física. ¿Cómo animarse a narrar acontecimientos del día sin tener acceso directo a ellos? Las nuevas tecnologías cambiaron todo. Los libros y la experiencia personal a los que debía recurrir Pratt hoy son reemplazados por la viralidad de las noticias, los videos y las fotografías digitales. Hoy Pratt podría descender a las callejuelas de Buenos Aires a través de Google Earth y darle una ilustrativa recorrida antes de sentarse a dibujar ‘Tango’. ¿Pero no hubiese cambiado algo de modo irremediable si las aventuras de Corto hubiesen narrado el presente inmediato?
Todo cambio supone ganancias y pérdidas. Meditando esta reflexión entre lecturas fue como surgió la idea de base de CHC. Compartí mi inquietud con Pedro, y tuvo buena acogida. Como es de imaginar, un Corto Maltés del presente no podría ser un marino, ni un cínico romántico. Con estas diferencias en mente fuimos dándole forma a este nuevo personaje. En aquellos días, las violentas marchas proeuropeas en Ucrania eran la noticia internacional más candente. Allí pusimos a nuestro muchacho, para empezar. Las primeras semanas, el cómic (que publicamos regularmente en Subcultura) logró mantenerse a tiro de la realidad. Introducíamos pequeños ajustes de una página a otra, para no perder actualidad; pero pronto los vertiginosos vuelcos políticos nos dejaron bien atrás. La experiencia nos enseñó (algo que ya sabíamos desde el principio) que podemos narrar el presente, pero siempre desde el pasado. El presente es inalcanzable para la mano que escribe, y más aún para la que dibuja, aún cuando se trate de la incansable mano de Pedro. Cuando concluimos este primer episodio, Rusia recién comenzaba a movilizar sus tropas sobre Crimea. Todavía existían esperanzas de algún tipo de concesión política de último momento, pero se olía guerra en cada titular. Hoy, menos de medio año después, este primer episodio parece escrito en la prehistoria. Yanukovich fue depuesto y los proeuropeos tomaron el poder; Crimea se declaró independiente, despertando una oleada secesionista que ya tocó Donetsk y Lugansk; y mientras escribo esto, un misil que nadie reclama acaba de derribar un avión de pasajeros (¿confundiéndolo con una aeronave rusa?).
Uno de los postreros cambios al guión del primer episodio fue un diálogo de CHC que no figuraba en el original. El personaje termina despidiéndose de Taras y Vira con un profético: “Todo parece indicar que las cosas solo pueden ponerse peor aquí.” Y así fue. Al releerlo, por un instante, me queda la melancólica sensación de que, por más que uno retrate el presente, por más que uno se ate al pasado, siempre se termina mirando al futuro. Tal vez en eso consista la tarea de narrar.
- Leer o descargar el episodio 1 en Exégesis
- Seguir CHC semanalmente en Subcultura
Colofón
Pedro es un amante incondicional de Corto Maltés. Yo estoy lejos de ser siquiera partidario de aquel legendario marino aventurero. Atravesé con tesón y enorme dificultad los trece volúmenes de historias que tengo en casa, empujado por el ánimo que me brindaba mi compañero y no mucho más que eso. Al menos en un principio. Después de largos meses de luchar contra la densa marea de tinta de Hugo Pratt, uno tiende naturalmente a apreciar ciertos valores que en condiciones naturales de lectura tal vez serían insuficientes. Pero no es eso en lo que quisiera detenerme. Corto Maltés es un personaje que transcurre eternamente en el pasado, que recorre y se entrevera constantemente con los conflictos y los espacios míticos de la distante geopolítica del siglo XX. Fue así que un buen día, entre lectura y lectura, me pregunté si acaso hubiese sido posible para Pratt narrar su presente inmediato. Está claro que el presente es siempre una sustancia inasible y en fuga, pero el presente de Pratt (el presente del pasado) tal vez lo fuera más aún. Narrar el presente inmediato por entonces requería de una doble inmediatez, temporal pero también física. ¿Cómo animarse a narrar acontecimientos del día sin tener acceso directo a ellos? Las nuevas tecnologías cambiaron todo. Los libros y la experiencia personal a los que debía recurrir Pratt hoy son reemplazados por la viralidad de las noticias, los videos y las fotografías digitales. Hoy Pratt podría descender a las callejuelas de Buenos Aires a través de Google Earth y darle una ilustrativa recorrida antes de sentarse a dibujar ‘Tango’. ¿Pero no hubiese cambiado algo de modo irremediable si las aventuras de Corto hubiesen narrado el presente inmediato?
Todo cambio supone ganancias y pérdidas. Meditando esta reflexión entre lecturas fue como surgió la idea de base de CHC. Compartí mi inquietud con Pedro, y tuvo buena acogida. Como es de imaginar, un Corto Maltés del presente no podría ser un marino, ni un cínico romántico. Con estas diferencias en mente fuimos dándole forma a este nuevo personaje. En aquellos días, las violentas marchas proeuropeas en Ucrania eran la noticia internacional más candente. Allí pusimos a nuestro muchacho, para empezar. Las primeras semanas, el cómic (que publicamos regularmente en Subcultura) logró mantenerse a tiro de la realidad. Introducíamos pequeños ajustes de una página a otra, para no perder actualidad; pero pronto los vertiginosos vuelcos políticos nos dejaron bien atrás. La experiencia nos enseñó (algo que ya sabíamos desde el principio) que podemos narrar el presente, pero siempre desde el pasado. El presente es inalcanzable para la mano que escribe, y más aún para la que dibuja, aún cuando se trate de la incansable mano de Pedro. Cuando concluimos este primer episodio, Rusia recién comenzaba a movilizar sus tropas sobre Crimea. Todavía existían esperanzas de algún tipo de concesión política de último momento, pero se olía guerra en cada titular. Hoy, menos de medio año después, este primer episodio parece escrito en la prehistoria. Yanukovich fue depuesto y los proeuropeos tomaron el poder; Crimea se declaró independiente, despertando una oleada secesionista que ya tocó Donetsk y Lugansk; y mientras escribo esto, un misil que nadie reclama acaba de derribar un avión de pasajeros (¿confundiéndolo con una aeronave rusa?).
Uno de los postreros cambios al guión del primer episodio fue un diálogo de CHC que no figuraba en el original. El personaje termina despidiéndose de Taras y Vira con un profético: “Todo parece indicar que las cosas solo pueden ponerse peor aquí.” Y así fue. Al releerlo, por un instante, me queda la melancólica sensación de que, por más que uno retrate el presente, por más que uno se ate al pasado, siempre se termina mirando al futuro. Tal vez en eso consista la tarea de narrar.
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