"En el gobierno tuvo entre otros méritos, el de cumplir con su promesa de no enajenar ninguna parte de la riqueza pública ni ceder el domino del Estado sobre ella. En un asunto clave como el ferroviario, su acción fue fecunda, y demostró una comprensión cabal cuando, al vetar la ley del Congreso que traspasaba las líneas del Estado a una empresa mixta, afirmó en el Mensaje: “el servicio público de la naturaleza del que nos ocupa ha de considerarse principalmente como Instrumento de Gobierno con fines de fomento y progreso para las regiones que sirve”.
El apoyo a YPF, la tentativa de crear un Banco del Estado y un Banco Agrícola, la compra de barcos, etc.., son otras tantas pruebas de su orientación nacionalista.
Su política internacional fue digna, altiva, independiente, y retomó el sentido latinoamericanista que poseían los hombres de la Independencia y que se perdió a mediados de siglo pasado.
Es bueno insistir sobre el manto de plomo que recubría la cultura del país. Las voces solitarias de aquí y allá que querían agregar un aporte renovador, estaban fuera (o se las dejaba rápidamente) de los medios de difusión capaces de amplificarlas hasta influir en la conciencia política nacional. La transición a concepciones políticas más adelantadas y claras que pudo producirse dentro del radicalismo, fue cosa que no ocurrió. Fuera de él, en las fuerzas organizativas, había un páramo ideológico.
El Partido Conservador, representante de la oligarquía terrateniente, no se resignó a la pérdida del gobierno ocasionada por la aplicación del sufragio libre. Mientras esperaba la hora de recuperar el poder por la violencia, su táctica consistió en unir todas las fuerzas posibles bajo el lema negativo de hacer antirradicalismo (luego, cuando contó con aliados en el propio radicalismo, su bandera sería el “antiyrigoyenismo”).
El aliado más consecuente que siempre tuvieron los conservadores fue el Partido Socialista, que no sólo los acompañó en las maniobras concretas contra el radicalismo, sino que también lo haría contra el peronismo."
John william Cooke (1964) Apuntes para la Militancia.
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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