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Dos artículos para Página 12

Con mi colega Santiago Stura solemos deshilvanar alguna que otra problemática a través de largas y laberínticas conversaciones. No somos especialmente afines a la virtualidad, pero nuestro espacio de debate por excelencia acabó siendo el celular. Los audios de WhatsApp tienen el nervio de la espontaneidad, pero su encadenamiento asincrónico nos permite, sin prisa y sin demora, algo que siempre se agradece: la posibilidad de articular argumentación. Es que la argumentación necesita tiempo, una variable que el diálogo sincrónico suele sacrificar a costa de no volverse un plomazo. El WhatsApp nos entrega justamente eso: el tiempo necesario para que el diálogo evite volverse incontinencia. Pensar una respuesta no es cosa de un instante. Entre mensaje y mensaje pueden transcurrir minutos, horas o días, lo que haga falta; pero el resultado no deja de ser una conversación (una conversación prolongada, pero conversación al fin). Las ideas decantan, se reformulan, se fortalecen o se debilitan a través tiempo. Audio tras audio, día tras día, semana tras semana. En ocasiones, estos desvaríos argumentativos acaban en la nada; otras veces dan forma a una que otra idea que merece ser compartida. Para entonces, los audios siguen ahí, testigos verbosos, como una memoria precisa y concreta tejida de palabras, lista para ser repasada y, de ser necesario, desgrabada. Fue así que luego del recital del Indio en Olavarría escribimos ‘Indio, multitudes liberadas’, un contrapunto que buscaba apartarse de las lecturas mediáticas de aquellos días. El artículo llegó a la Ventana de Página 12 gracias a la generosidad de Washington Uranga. Pero las conversaciones siguieron. En el último tiempo, Santiago se mostraba muy interesado por la problemática de las redes. En uno de nuestros lunes radiales en ‘Esa te la Debo’ desplegamos azarosamente un puñado de ideas estimulantes acerca de las plataformas 'on demand' como Netflix. De ahí al WhatsApp había un solo paso. Audio a audio, Netflix no tardó en acabar revuelto en un puchero donde se cocían sociedad de cansancio, redes sociales y capitalismo. De esta cocina salió ‘Identidad, entre Netflix y las redes’, que también acabó en Página 12 hace menos de un mes.

Que no haya recordado compartir estas novedades antes es señal de que tengo a este blog un tanto descuidado:







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Lo más leído

Hello (cómic)

H ace unos días publicamos en Exégesis un brevísimo cómic creado junto al fantástico artista colombiano Altais . No es más que una mínima vuelta de tuerca al tema de la inteligencia artificial, tocada (creemos) con una pincelada de humor. Sin mayores preámbulos, ¡que lo disfruten! Leer en Revista Exégesis . Leer en mi galería de cómics . O cliquear debajo para leer en Issuu: Open publication - Free publishing - More altais

El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre

El origen de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’

E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad