A fines de 2017, sorpresivamente, me topé con el film ‘10 Cloverfield Lane’, de 2016. La película tocaba varios de los tópicos narrativos y visuales de ‘El Refugio’. Por suerte, era otra historia, otra propuesta estética, otro horizonte narrativo. Pero aquella película me hizo volver sobre mi viejo y amarillento guión. Me lamenté por haberlo abandonado durante tanto tiempo. Se me ocurrió entonces que podía utilizarlo como ejercicio. Acababa de tomar la arriesgada decisión de empezar a dibujar mis propios guiones, y necesitaba aceitar mis articulaciones con una historia larga que no temiera arruinar. A pesar de que me había desvinculado afectivamente de aquella historia, algo había cambiado que hacía que su argumento volviese a ser actual: una vez más la Argentina era barrida por vientos neoliberales. Era entonces o nunca. Así que tomé mi lápiz y mis marcadores, y empecé a dibujar. Un año después, cuando terminé de colorear y rotular todo, cajoneé los archivos sin pensar en volver a ellos. Después de todo, no había sido más que un ejercicio.
Hoy, en medio de la pandemia global que nos obliga a mantenernos aislados y en cuarentena, resulta inevitable juguetear con la idea de qué hubiese sido de nosotros si todavía estuviéramos en las manos de un inhumano gobierno neoliberal. Después de todo, el último había llegado al punto de eliminar el Ministerio de Salud. De estos pensamientos a recordar las páginas de 'El Refugio' había un solo paso. Volví sobre ellas. Pensé: "Sigue siendo un ejercicio, imperfecto en mil aspectos, y con una historia que ya no expresa mi sensibilidad política actual. Pero, ¿por qué no compartirlo y ya?" Así, después de 20 años, finalmente decidí dejar que 'El Refugio' exista más allá de mis cajones y de mi pantalla.
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