Si algo así como la amistad es posible en la virtualidad de la red de redes, entonces creo que puedo considerarme amigo de Antonio HG, dibujante con quien por suerte no hemos parado de compartir proyectos desde hace más de un año. Fue precisamente durante una de nuestras primera charlas virtuales que descubrimos, así al pasar, que no sólo nos separaban las distancias sino también el tiempo. Prometí escribir un breve relato sobre el tema, y ahora se acaba de publicar en Revista Exégesis, como parte de una serie de cómics reflexivos acerca de la ciencia ficción como género. Que lo disfruten.
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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