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Pensamientos usurpados 15: ¿Cuál sería la ideología de mi manual de sexto grado?

  El análisis diacrónico –desde la década de los 40 hasta los años 70– realizado por Fitzgerald (1987) sobre los libros de texto de Historia utilizados a lo largo de las últimas décadas en Estados Unidos, son un claro ejemplo de todo ello.
  En los años 40 la Historia que los textos presentan es, con exclusividad, la de las acciones de gobierno; la democracia no es definida como una forma de gobierno (como ocurría en décadas anteriores) sino como el nombre del sistema de gobierno americano; Europa apenas se menciona, a favor de un interés más marcado por Latinoamérica (interés que dura exactamente lo mismo que la ‘Good Neighbor Policy’ de Roosevelt y que posteriormente deja sólo una breve referencia); el término imperialismo ya no se utiliza para hacer referencia a los Estados Unidos sino que se convierte en un asunto exclusivamente europeo. Como dato significativo, aunque pudiera parecer anecdótico, Fitzgerarld señala que los términos “nuestro” y “nosotros” aparecen con profusión en los títulos y los contenidos de los textos de historia de esta época. En la década de los 50 estas características no sólo se modifican poco sino que incluso se intensifican. El miedo al comunismo se convierte en una pasión absorbente y se sobreenfatiza el poder y la fortaleza americanas; hay una increíble fascinación por los símbolos patrióticos y el sistema político americano se presenta, no sólo como el mejor, sino como “eterno e inalterable” aunque se insiste en la necesidad y la responsabilidad de cada americano de defenderlo y mantenerlo. América se presenta como perfecta y la visión que ofrece, tanto de sí misma como de otros, aparece igualmente estable e incontrovertible; los libros de textos presentan la versión ortodoxa de lo que América y el resto del mundo es, convirtiéndose así en una “verdad pública”.

Blanco, Nieves (1994) "Materiales curriculares: los libros de texto."

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Hello (cómic)

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El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre

El origen de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’

E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad