Mara: ¿Aportó en algo a tu formación como escritor, o a tu forma de escribir, o a tu ser lector o tu vida directamente, el análisis sintáctico de oraciones?
Agrimbau: Sí. Me encantaba el análisis sintáctico y me iba muy bien. Era muy nerd de Lengua y Literatura. Lo que no te dicen es que es mucho más importante la sintaxis y la gramática que la ortografía. La ortografía tiene que estar bien, hasta el Word te la corrige, es algo técnico, sin arte. La sintaxis y la gramática son, antes que nada, cuestiones estéticas. Elegir entre oraciones largas o cortas, administrar adverbios, conjugar elegantemente, todo eso es vital para cualquier escritor.
[A Mansalva: entrevista pública a Diego Agrimbau, Fierroblog]
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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