No importa cuánto pueda Bad Religion repetirse musicalmente tras cada álbum. Cada reaparición en escena de su música refresca y anima porque es señal de que aún perdura una música que puede estar teñida por lo político y ser crítica a la vez, que habla no desde una pertenencia de clase o desde una identificación partidaria, sino desde una toma de distancia intelectual frente a la realidad. Una música que, en inglés, puede recurrir a palabras de más de tres sílabas, de ésas que sólo se encuentran en los libros y en los artículos especializados.
Menos académicos a nivel del lenguaje, pero algo más inquietos musicalmente, nosotros también tuvimos nuestro grupo crítico, cuya postura intelectual quedaba muchas veces escondida tras el manto de recelo que aún generaba a mediados de los ochenta la denominación ‘punk’. Los Violadores (los de los ‘80) siguen siendo de esas bandas que uno agradece reencontrar, donde siempre es posible recuperar abordajes políticos complejos y actuales. Hoy volví a repasar ‘Y ahora qué pasa, eh?’, disco de 1985. Acompañado por mensajes como “Ya no quiero más seguridad, todo lo que quiero es posibilidad,” o “Nada ni nadie nos puede doblegar, somos el momento y este es el lugar,” la misma banda que años más tarde escribiría “Ellos son…” sumaba una interesante caracterización de las lógicas políticas dominantes cuatro años antes de la caída del muro, con la canción ‘Sin ataduras’. Claro que, leída hoy, la letra puede ser confundida como obvia; pero pensada en el contexto de una Buenos Aires ochentosa y pacata, donde las epidérmicas discusiones partidarias se alineaban a las tendencias simplistas y bipolares de aquel entonces, no deja de ser una pequeña perlita que da gusto recuperar. No es otra la intención de esta breve entrada:
Menos académicos a nivel del lenguaje, pero algo más inquietos musicalmente, nosotros también tuvimos nuestro grupo crítico, cuya postura intelectual quedaba muchas veces escondida tras el manto de recelo que aún generaba a mediados de los ochenta la denominación ‘punk’. Los Violadores (los de los ‘80) siguen siendo de esas bandas que uno agradece reencontrar, donde siempre es posible recuperar abordajes políticos complejos y actuales. Hoy volví a repasar ‘Y ahora qué pasa, eh?’, disco de 1985. Acompañado por mensajes como “Ya no quiero más seguridad, todo lo que quiero es posibilidad,” o “Nada ni nadie nos puede doblegar, somos el momento y este es el lugar,” la misma banda que años más tarde escribiría “Ellos son…” sumaba una interesante caracterización de las lógicas políticas dominantes cuatro años antes de la caída del muro, con la canción ‘Sin ataduras’. Claro que, leída hoy, la letra puede ser confundida como obvia; pero pensada en el contexto de una Buenos Aires ochentosa y pacata, donde las epidérmicas discusiones partidarias se alineaban a las tendencias simplistas y bipolares de aquel entonces, no deja de ser una pequeña perlita que da gusto recuperar. No es otra la intención de esta breve entrada:
Sin ataduras
Tengo recuerdos tristes, desde un lugar lejano,
Cudos inviernos en el norte siberiano.
Recuerdo un lugar donde todo está prohibido,
Desde la crítica hasta el más leve suspiro.
Sin ataduras en el este,
Leyendo a Engels y a Marx;
Sin ataduras en el este,
Brindando vodka con caviar;
Sin ataduras en mi mente,
Yo sólo busco la verdad;
Sin ataduras en mi loco corazón.
¡Sin detenerme!
Tengo recuerdos turbios, al norte de Río Grande,
Yo fui espalda mojada y supe lo que es el hambre.
Recuerdo un lugar donde todo es permitido,
Como cargar las armas y matar a los vecinos.
Sin ataduras en el oeste,
Consumen todo sin parar;
Sin ataduras en el oeste,
Pintan de negro al Ku Klux Klan;
Sin ataduras en mi mente,
Yo sólo busco la verdad;
Sin ataduras en mi loco corazón.
El mundo está partido en dos bloques bien distintos:
Los pequeños burgueses sirviendo al capitalismo
Y los idiotas útiles sirviendo al comunismo,
En la loca carrera que lleva al hombre hacia el abismo.
Sin ataduras en el este,
Leyendo a Engels y a Marx;
Sin ataduras en el oeste,
Consumen todo sin parar;
Sin ataduras en mi mente,
Yo sólo busco la verdad.
Sin ataduras en mi loco corazón.
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