“La crisis del Estado neoliberal es generalizada y en cada región tiene su peculiaridad. En el caso europeo, se plantea con un factor propio, la débil solidaridad comunitaria para que los países más ricos le den una mano a los países más vulnerables. (...) Precisamente por la falta de solidaridad es que les cuesta tanto resolver los problemas de deuda soberana: si una provincia acá tiene un problema, es un problema de los argentinos; cuando un país europeo tiene un problema como Grecia, no hay solidaridad y la Unión Europea espera que ese país lo resuelva pero con las manos atadas, porque no puede hacer ni política monetaria ni política cambiaria, lo que te limita a hacer sólo ajuste y más ajuste. Es el peor escenario posible." (Aldo Ferrer, Tiempo Argentino)
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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