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Una prueba más de que Dios no existe


Claro, o Dios no existe, o su espíritu santo no se pegó una vuelta por el Vaticano ayer durante la tardecita romana (para variar, vale decir). La sorpresa de muchos no es tanta en realidad. Existían razones fuertes para que uno temiera este resultado de la ruleta papal, sobre todo porque no hay nada de ruleta en las elecciones de estos clubes selectos, y más cuando son clubes donde continúa imperando el secretismo oscurantista de las viejas y no tan viejas logias masculinas. Por un lado, uno temía que el sugerido cabeza a cabeza de Bergoglio frente a Ratzinger un par de años atrás encontrara al argentino sin un rival de peso en esta vuelta. Por el otro, uno no podía evitar pensar en la importancia estratégica que posee Latinoamérica para el catolicismo romano. El continente ostenta la mayor cantidad de católicos del planeta, pero, frente a esto, viene atravesando en las últimas décadas un proceso inédito de secularización de la vida política. La iglesia ha perdido en los últimos años buena parte de su capacidad de presión y de imposición ante movimientos políticos abiertamente críticos de la institución divina. La presencia de un papa latinoamericano puede reavivar la llama emotiva en el catolicismo de la región y volcarse como una sombra crítica y reverencial sobre las políticas populares y de ampliación de derechos que vienen persiguiendo los proyectos políticos más progresistas. Basta recordar la virulencia con la que Bergoglio atacó el matrimonio igualitario o su alineamiento con los patrones agrarios durante el conflicto por las retenciones móviles en Argentina. O su cercanía con aquellos líderes políticos representantes del viejo neoliberalismo. Pero también conviene recordar que Bergoglio fue en varias oportunidades sindicado como responsable por el secuestro y tortura de dos sacerdotes villeros (acusado, incluso, por los mismos sacerdotes) a los cuales habría desprotegido políticamente; o que negó haber estado al tanto del robo de recién nacidos durante la dictadura, lo que luego fue desmentido por algunos parientes de desaparecidos; o que procuró ocultar los documentos sobre la participación de la iglesia en aquél período haciendo creer que esos documentos (que finalmente salieron a la luz) no existían.  

No, definitivamente, la gracia divina es inescrutable. Por eso conviene recordar que toda ‘gracia’... es también un chiste. Aunque hace tiempo que la iglesia católica no está para chistes, yo me quedo con la irreverente pero profunda ilustración de mi colega Altais, y el muy entretenido sketch de José Mota: 

 

 Habemus Papam, por Altais (en su blog Periodista Ilustrado)


 (Especial de Nochevieja, José Mota,  2010)

Comments

Antonio HG said…
Panes, peces y Rock and Roll jajaja

Muy buena la ilustración de Altais!!

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