[Antoine de Saint-Exupéry] describía su fascinación por la aeronáutica a través de un lenguaje absorbente y un tono que también habría de tocar el corazón de la Alemania nazi. Su concepción de una tecnología que retorna a la naturaleza hasta formar un todo orgánico se alineaba con el pensamiento de un amplio sector de filósofos de la tecnología alemanes. Pero en lugar de aburrir a sus lectores con juegos mentales y reflexivos, él sabía entretenerlos con sus historias de aviones. Saint-Exupéry es tal vez el único autor bestseller del Tercer Reich que luchó activamente en contra de los alemanes (en sus últimos días, como piloto de los EE.UU.) pero cuyos libros tuvieron autorización para ser vendidos hasta el final de la guerra.Tras la derrota de Francia, Saint-Exupéry viajó a Nueva York a través de Lisboa en diciembre de 1940. Al comienzo de la guerra, los autores indeseables de las ‘naciones enemigas’ habían sido retirados de las estanterías alemanas. Todos salvo él. De hecho, su nombre aparece, por ejemplo, en listas de libros sugeridos a los bibliotecarios como ‘muy recomendables’.Saint-Exupéry tenía esperanzas de que al poco tiempo de que los franceses se enfrentaran contra “cinco o seis Messerschmitts”, olvidarían sus diferencias internas. Sin embargo, su encuentro con los Messerschmitts no salió bien para el autor de ‘El Principito’. Nunca regresó de su vuelo de reconocimiento de julio de 1944, sobre la costa del Mediterráneo francés. Sus restos aún eran buscados sesenta años después. Cuando su avión al fin fue recuperado, un antiguo piloto alemán admitió en distintas entrevistas haber derribado al famoso autor. Horst Rippert también hacía un vuelo de reconocimiento, desde Marsella en su Messerschitt 109, cuando divisó un avión enemigo y lo derribó sin titubear. Para entonces, Rippert ya había leído toda la obra de Saint-Exupéry: “Era uno de mis autores favoritos. Porque además escribía sobre aviones.”Christian Adam (2010) Reading under Hitler: Authors, bestsellers and readers in the Thrird Reich.
T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre...
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