"En el fondo, el problema de la unidad y la diversidad consiste en la inseparabilidad de ambos. Cuando reconocemos la unidad del género humano, lo cual es evidente en un plano genético, fisiológico, anatómico, y aún emocional, podemos ver que esta unidad se manifiesta a través de diferencias, entre individuos, culturas, lenguas, etc. La unidad produce diversidades, y cuando las diversidades son aisladas de la unidad, a mi entender, producen fanatismos nacionalistas y religiosos, por ejemplo. El vínculo entre unidad y diversidad es inseparable, lo que significa que debemos preservar la unidad dentro de la diversidad y la diversidad dentro de la unidad."
Edgar Morin, en entrevista con Gyorgyi Szabo (2014) Edgar Morin on evolution of complex systems.
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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