Abocado a los cómics desde hace casi un año, comencé algunas interesantes colaboraciones para la incipiente revista de ciencia ficción Exégesis. Mi limitado talento como dibujante me llevó a la escritura de guiones (donde me siento, por lo menos, no tan limitado). Pero estas colaboraciones todavía están en proceso. Por el momento, la anciana costumbre por los lápices se resiste en abandonarme. Hoy inicio una entrega mensual para esta revista, con pequeñas situaciones basadas en efemérides científicas. La primera, ilustrada por mí, conmemora el desembarco de un ser humano en el Mar de la Tranquilidad:
T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre...
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Y bienvenido, Bardamu. Un verdadero gusto.