Skip to main content

Pensamientos usurpados 27: Quién aprende a leer antes de aprender a leer

Imagínense la siguiente escena. Un niño pequeño está sentado, embelesado, en el regazo de un adulto querido, escuchando palabras que se mueven como el agua, palabras que hablan de hadas, dragones y gigantes de lugares lejanos e imaginarios. El cerebro del niño pequeño se prepara para leer bastante antes de lo que uno mamás sospecharía, y utiliza para ello casi toda la materia prima de la primera infancia, cada imagen, cada concepto y cada palabra. Y lo hace aprendiendo a utilizar todas las estructuras importantes que constituirán el sistema de lectura universal del cerebro. A lo largo del proceso, el niño incorpora al lenguaje escrito muchos de los descubrimientos realizados por nuestra especie, avance tras avance decisivo, durante más de 2000 años de historia. Y todo empieza en la comodidad del regazo de un ser querido.
Decenios de investigaciones demuestran que la cantidad de tiempo que un niño escucha leer a sus padres y a los demás seres queridos predice con bastante exactitud el nivel de lectura que alcanzará años después. ¿Por qué? Piensen con más detenimiento en la escena que acabamos de describir: un niño muy pequeño está sentado, mientras mira unas imágenes llenas de color y escucha viejos cuentos y relatos nuevos, aprendiendo poco a poco que los renglones de las páginas están formados por letras, que las letras forman palabras, que las palabras crean historia y que las historias se pueden leer una y otra vez. Esta temprana escena contiene la mayoría de los antecedentes esenciales para el desarrollo lector del niño.

De qué manera aprende a leer a leer un niño es un cuento de magia y hadas o uno de oportunidades perdidas innecesariamente. Estos dos panoramas corresponden a dos infancias muy diferentes: en una ocurre casi todo lo que esperamos; en la otra se cuentan pocos cuentos, se aprende poco vocabulario y el niño se queda cada vez más rezagado, antes incluso de empezar a leer.

Wolf, Maryanne (2008) Cómo aprendemos a leer.

Comments

Lo más leído

El origen de lo ‘bueno’ y lo ‘malo’

E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...

Infant sorrow (traducción)

E l inclasificable William Blake escribió mucho sobre la infancia y la maternidad. Para el día de la madre, no encontré nada que me agradara más que volcar la traducción de uno de sus cantos de experiencia. Cierto es que el tono general de la poesía choca con el carácter festivo de la fecha. En este poema, es la desesperación lo que une al niño a su madre. Sin embargo, aunque oscuro y descorazonador, este poema como todos los de su serie oculta un ténue brillo de esperanza: la presencia de la madre promete amparo y serenidad. A ella le es otorgado el rol de guía y protectora en un mundo inevitablemente opresivo y desconsolador: LAMENTO DE NIÑO (de William Blake) Mi madre gimió, mi padre lloró, Sobre el peligroso mundo me abalancé. Indefenso, desnudo, chillando con desesperación Como un demonio agazapado en una nube. Forcejeando entre los brazos de mi padre, Riñendo con mis fajas ajustadas; Oprimido y agobiado, no hallé mejor consuelo Que hacer berrinche sobre ...

El perro triste (cuento)

T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre...