Las diversas formas del delito son en parte el síntoma visible de cómo se vive y se muere en una sociedad determinada. (...) En un mundo donde la lógica de la ganancia como sea es el pensamiento dominante, el extremo perverso de invertir en el rubro que más rinda, aunque ese métier se lleve puesto a miles de jóvenes, se convierte en el común denominador de un universo cada vez más extenso de habitantes de este mundo globalizado. Cuando este tipo de negocio se generaliza en regiones determinadas, las pujas por los mercados de la producción y de distribución de las drogas prohibidas se transforman, de manera que el fenómeno irrumpa en las últimas décadas de la mano de la hegemonía neoliberal que debilitó las funciones de regulación de los Estados y arrasó las economías a favor de la extensión sin límites del negocio financiero, en detrimento del trabajo productivo, con efectos catastróficos a escala social.Jorge Muracciole, en Tiempo Argentino.
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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