Las diversas formas del delito son en parte el síntoma visible de cómo se vive y se muere en una sociedad determinada. (...) En un mundo donde la lógica de la ganancia como sea es el pensamiento dominante, el extremo perverso de invertir en el rubro que más rinda, aunque ese métier se lleve puesto a miles de jóvenes, se convierte en el común denominador de un universo cada vez más extenso de habitantes de este mundo globalizado. Cuando este tipo de negocio se generaliza en regiones determinadas, las pujas por los mercados de la producción y de distribución de las drogas prohibidas se transforman, de manera que el fenómeno irrumpa en las últimas décadas de la mano de la hegemonía neoliberal que debilitó las funciones de regulación de los Estados y arrasó las economías a favor de la extensión sin límites del negocio financiero, en detrimento del trabajo productivo, con efectos catastróficos a escala social.Jorge Muracciole, en Tiempo Argentino.
T enía 17 años cuando tomé la decisión de escribir con asiduidad. De aquella época guardo en mi computadora una carpeta titulada Primera etapa , con un puñado de cuentos escritos entre 1993 y 1995, y que desde el 2000 a esta parte tenía prácticamente olvidados. Durante años, estos cuentos me avergonzaban por su ingenuidad; cuando los escribí, sin embargo, era otra persona y ya no los siento propios. Esto me permitió volver a ellos con menos prejuicios, y hoy creo que se merecen un mejor final que morir arrumbados en un disco rígido ya bastante repleto de cosas olvidadas. Así que decidí revisar toda esta serie -y disimular sus más claras imperfecciones- para publicarla en este blog. Se trata de unos diez cuentos vagamente entrelazados, y mi intención es publicar uno nuevo cada dos semanas, sin ningún orden definido. El primero es el que da nombre a la serie, que había llamado Cuentos de un perro triste. De modo que empecemos: EL PERRO TRISTE Nadie se había puesto de acuerdo en un nombre...
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