Hay, pues, dos maneras, y sólo dos, de escapar a lo Verosímil, que es el momento penoso del arte (¿es preciso decir: su momento 'burgués'?). Se escapa por delante o por detrás: los verdaderos films de género escapan a él, los films verdaderamente nuevos también; el instante en que escapan es siempre un instante de verdad: en el primer caso, verdad de un código libremente asumido (dentro de cuyos márgenes se hace posible decir muchas cosas); en el segundo caso, advenimiento al discurso de un nuevo posible, que ocupa el lugar correspondiente a una convención vergonzosa.Christian Metz (1965) El decir y lo dicho en el cine: ¿hacia la decadencia de un cierto verosímil?
E n su 'Genealogía de la Moral', Nietszche proponía la lúcida hipótesis de que las palabras de contenido moral fueron acuñadas por las clases poderosas como un modo de denominarse a sí mismas y de caracterizar sus acciones. Luego, tras la decadencia de esas clases dominantes, las palabras habrían quedado ligadas únicamente a valoraciones morales. Como la mayoría de los ejemplos que da Nietszche provienen del alemán, del inglés o del griego, me tomé el atrevimiento de investigar acerca del origen de los términos ‘bueno’ y ‘malo’ en el castellano. Tal vez mis conclusiones sean apresuradas dado mi escasa (está bien, mi nula) preparación filológica, pero por lo menos, he dado con algunas relaciones sugestivas. A saber: La palabra ‘bueno’ proviene del latín ‘bonus’, que, entre sus muchas acepciones incluye la de ‘rico’, ‘adinerado’. Así parece haber sido utilizada por Cicerón, en “Video bonorum urbem refertam” (“Veo que la ciudad está invadida de ricos” –o, forzando la literalidad...
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