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Pensamientos usurpados 46: La educación formal genera ruido, pero pocas nueces

(…) los primeros pasos de toda carrera creativa, ya sea en las artes o en las ciencias, que deberían ser conducidos por un inmenso deseo por parte del estudiante de crear algo y comunicarlo al mundo, se encuentran en cambio sujetos a los requerimientos formales de encontrar una tesis de doctorado o algún otro equivalente.

(…) ¡Sólo dios sabe cuántos problemas hay aún por resolver, cuántos libros por escribir y cuánta música por componer! Aún así, salvo por algunos pocos, el camino elegido es la realización de tareas formales que en nueve de cada diez casos no poseen ninguna justificación imperiosa para ser realizadas. ¡Dios nos libre de las primeras novelas escritas porque un joven desea el prestigio de ser un novelista en lugar de tener algo que decir! Dios nos libre también de los estudios matemáticos correctos y elegantes pero carentes de cuerpo y espíritu. ¡Dios nos libre, sobre todo, de la mediocridad que no sólo permite la existencia de estas tareas formales, sino que declama con una arrogancia modesta en contra de la competencia del vigor y de las ideas, donde sea que éstas se encuentren!

En otras palabras, cuando hay comunicación sin necesidad de comunicación, tan sólo para que alguien consiga el prestigio social e intelectual que le da ser un sacerdote de la comunicación, el valor y la calidad del mensaje se derrumban como plomadas. Es como la fabricación de una máquina según la lógica de Rube Goldberg: para mostrar los fines recónditos a los que puede servir un aparato que no sirve para tales fines, y no para hacer algo realmente.

Norber Wiener (1950) The Human Use of Human Beings.



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El perro triste (cuento)

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